Las tradiciones orales señalan que Òrúnmìlà era hijo de padres que estaban en el cielo y nunca visitaron la tierra, su padre se llamaba Oroko y su madre Alayeru. Òrúnmìlà vino por primera vez al mundo para arreglarlo y supervisar los asuntos concernientes a los embarazos, nacimientos, enfermedades, el uso de las hierbas y el manejo general de las cosas. Cuando abandonó el cielo, su primera parada fue en Usi, Ekitiland. Sin embargo, decidió no fijar su residencia allí, sólo estableció su culto y continuó. Se detuvo también en Ilé-Ifé donde permaneció largo tiempo hasta trasladarse a Ado, lugar donde se instaló por el resto de sus días. Probablemente por eso existe el dicho Ado N’Ile ifn (Ado es la casa de Ifá).
Jonhson narra una tradición según la cual Ifá fue introducido en el país yorùbá por un tal Setilu, nativo de Nupe, quien nació ciego. Esto ocurrió alrededor del período de la invasión mahometana. Los padres de Setilu, ante el infortunio de tener un hijo ciego, tuvieron dudas al principio sobre el camino a seguir, si matar al niño o dejarlo con vida aunque fuese un peso para la familia. Los sentimientos paternos se impusieron y decidieron dejar al niño con vida. Creció un chico muy peculiar y sus familiares se asombraban por sus extraños poderes de adivinación. A la edad de cinco años el niño comenzó a excitar la curiosidad de los padres, prediciendo quién los visitaría durante el curso del día y con qué objetivo. A medida que fue creciendo comenzó a practicar hechicerías y medicina. Al iniciar su práctica, utilizaba 16 pequeños guijarros y los imponía con éxito a la credibilidad de aquellos que acudían angustiados y preocupados a consultarse. Con esta fuente se ganó una cómoda vida.
Los mahometanos al darse cuenta de que sus seguidores se estaban convirtiendo rápidamente en seguidores de Setilu y que incluso, respetables sacerdotes no escapaban al contagio general, decidieron expulsar a Setilu del país. Por esta razón Setilu cruzó el río Níger y fue a Benin, permaneciendo un tiempo en un lugar llamado Owó y desde allí fue a Ado. Seguidamente emigró a Ilé-Ifé y encontrando más apropiado el lugar para practicar su arte, resolvió convertirlo en su residencia permanente.
No tardó en hacerse famoso también allí y sus actuaciones impresionaron tanto a la gente y había tanta confianza en él que no tuvo dificultad en persuadirlos de que abolieran las marcas tribales de sus rostros, marcas de distinción que no se practicaban en Nupe, su país. Setilú inició a varios de sus sacerdotes en los misterios de la adivinación, y gradualmente Ifá se fue convirtiendo en el oráculo consultante de toda la nación yorùbá. Oduduwa encontró a Setilu en Ilé-Ifé, pero fue durante el reinado de Ofiran, en el trono de Oyó, que se dio reconocimiento oficial al culto de Ifá.
Otro mito relata que Ifá era un nativo de Itase, cerca de Ilé-Ifé, de familia pobre. En su juventud tuvo una gran aversión hacia el trabajo manual y por lo tanto se dedicó a pedir. Para mejorar su modo de vida buscó consejos con un sabio y éste le enseñó el arte de la adivinación y cuentos tradicionales relacionados con la medicina. Posteriormente se hizo muy popular. Los 16 odús originales corresponden a los 16 cuentos originales enseñados a Ifá. Sus padres, muy humildes, eran desconocidos en el país, por lo que en lo sucesivo se le consideró huérfano y fue deificado después de su muerte.
Los mitos siguen contando que en los primeros días del mundo, cuando los humanos eran pocos, los dioses tenían los sacrificios limitados y a menudo estaban hambrientos y tenían que buscarse sus propios medios. Ifá se fue de pesquería, pero no tuvo éxito y como tenía hambre consultó a Ęşù, quien le dijo que si podía conseguir 16 nueces de las dos matas de palma de Orángún, el hombre jefe, le enseñaría cómo predecir el futuro y beneficiar a la humanidad, recibiendo así abundantes ofrendas a cambio, pero dejó claro que él tendría siempre la primera opción. Ifá estuvo de acuerdo y se fue a ver a Orungan, le pidió las nueces diciéndole para qué las quería. Orángún, satisfecho con la idea se fue con su mujer y se apresuró en conseguir las nueces. Ęşù entonces enseñó a Ifá, quien a su vez enseñó a Orángún y lo convirtió en el primer babaláwo.
Otra tradición sobre Ifá dice que este nació en Ifé, era un hábil médico, con amplios conocimientos y práctica, además de un eminente adivinador. Después de hacerse famoso fundó una ciudad llamada Ipetu y devino rey del lugar. Gentes de todos los rincones del país yorùbá acudían en tropel a verlo. De ellos escogió a 16, se dice que los nombres de estos aprendices son idénticos a los de los 16 signos de la adivinación, llamados Odù.
Un mito relata cómo Òrúnmìlà se convirtió en Òrìşà:
Òrúnmìlà dijo: Entonces¿ ustedes no ven esa terrible cosa que viene por el camino?
Ellos dijeron: No
Dijo Orúnmila: ¿Ha visto alguien a mi hermano Lasope?
Dijeron ellos: Lo hemos visto.
Dijo Òrúnmìlà: ¿Cómo está?
Respondieron: Tiene seis esposas y todas están bien.
Dijo Òrúnmìlà: ¿Ustedes vieron a Lasope y tiene seis esposas y todos están bien y yo qué?
Respondieron: Tú eres como un árbol irokó en el bosque Ansegba, fuerte árbol con hojas y raíces que no es perturbado por nada.
Dijo Òrúnmìlà: ¿Me comparan ustedes con un árbol en el bosque?
Dijeron ellos: Òrúnmìlà, usted es muy sabio. Por favor, déjenos ahora
Òrúnmìlà preguntó: ¿Adónde debo ir?
Le pidieron que fuera a casa de Iki (la palma)
Orúnmila dijo: Ya he estado en casa de Iki y me dio la bienvenida.
Le pidieron que fuera a casa de Imo (la penca de la palma)
Orúnmila dijo: Ya he estado en casa de Imo y él es un buen amigo.
Le pidieron que se fuera a Ootu Ifé, donde sus amigos eran adoradores.
Orúnmila dijo: Yo estuve en Ootu Ifé cuando todos ustedes eran muy pequeños.
Dijeron ellos: ¿Y cuándo fue eso?
Respondió Orúnmila: Cuando el garrote se llamaba Iyapo y el látigo se llamaba Kusonoro.
Dijeron ellos: Esa es una historia muy ordinaria.
Orúnmila dijo: Me estoy mirando la mano derecha. Ustedes doscientos caigan.
Los doscientos cayeron y murieron.
Dijo: Me miro la mano izquierda. Ustedes doscientos caigan.
Los doscientos cayeron y murieron al instante.
Los que quedaron dijeron: Te adoraremos, Meretelu. Te adoraremos Mesiaka Bara. Te adoraremos, Onikehin Ohagun Esinrani.
Orúnmila preguntó: ¿Cómo me adorarán?
Dijeron ellos: Te adoraremos con nuestra cabeza como la rata en la maleza. Te adoraremos con nuestra cabeza como el pez en el río.
Orúnmila pidió a Igigbegi que fuera su sacerdote en el bosque.
Pidió a Ootiipa que fuera su sacerdote en el palmar.
Entonces Orúnmila dijo: Me miro la mano derecha. Ustedes doscientos despierten. El pez eléctrico ha llegado. Ifá tú eres el que despierta a los muertos de ayer.
Desde ese día los seguidores de Orúnmila no han vuelto a cuestionar sus palabras. Lo han seguido.
Se dice que Ifá tuvo 8 hijos y un número indeterminado de discípulos, a los cuales enseñó el secreto de la adivinación. Seis de los ocho hijos llevan nombres propios similares a los nombres titulares de los reyes Ekiti: Alara, Ajero, Ontaji, Oloye-Moyin, Elejelo-mope y Alakegi. Los otros son Olowo y Owarangun. Los ocho hijos nacieron cuando Ifá estaba en Ifé. Todos llegaron a ser figuras importantes y posteriormente se dispersaron a distintas partes de la tierra Yorubá.
Según los mitos, hubo ocasiones en que, al no existir barreras físicas entre el cielo y la tierra, Ifá era llamado al cielo por Olódùmarè para utilizar su gran sabiduría y resolver algunos problemas. Un día Ifá regresó definitivamente al cielo disgustado por un insulto que le hizo uno de sus hijos. Poco después de esto, la tierra se vio azotada por una gran hambruna y peste. Tan grande fue la calamidad que se rompió el ciclo de fertilidad entre los seres humanos.
Aboyun Ko Bi Mo
Agan Ko T’Ojo Ala B’os Un
Las mujeres embarazadas ya no parían,
Las mujeres estériles quedaban estériles.
Pasado cierto tiempo la gente decidió resolver el problema, enviando a los ocho hijos de Orúnmila al cielo, A fin de que convencieran a éste de la necesidad de su regreso a la tierra. Cuando los hijos llegaron al cielo se encontraron a Ifá al pie del tantas veces subido árbol de la palma, que tenía ramas en este camino y que hasta entonces tenía 16 ramas que parecían chozas. Rogaron a Ifá que volviera a la tierra, pero éste se negó, no obstante, dio 16 palmiches a cada uno de sus ocho hijos y les dijo;
Cuando regresen a casa
Si quieren tener dinero
Esa es la persona a quien han de consultar.
Cuando regresen a casa
Si quieren tener esposas
Esa es la persona a quien han de consultar.
Cuando regresen a casa
Si quieren tener hijos
Esa es la persona a quien han de consultar.
Si quieren construir casas en la tierra
Esa es la persona a quien han de consultar
Si quieren tener vestidos en la tierra
Esa es la persona a quien han de consultar.
Para todas las cosas buenas que deseen en la tierra
Esa es la persona a quien han de consultar.
Cuando los hijos de Ifá regresaron comenzaron a utilizar los 16 palmiches para la adivinación. Estos eran los símbolos de la autoridad dada por Ifá a sus hijos para continuar efectuando la adivinación en su ausencia. Los 16 palmiches conocidos como Ikin han sido utilizados desde entonces hasta hoy como parte importante del sistema de adivinación de Ifá.
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