Ogunda meyi fue uno de los más poderosos adivinadores tanto en el cielo como en la tierra. Se le acredita haber combinado la fuerza de Ògún y la inteligencia de Òrùnmìlá en su trabajo. Fue el quien revela la historia del segundo intento realizado por las divinidades para poblar la tierra. Obara bodi, uno de los discípulos de Òrùnmìlá, revelaría mas tarde los detalles del primer intento para poblar la tierra y de como este fue realizado.
Ògún, la divinidad del hierro y la más antigua de las divinidades creadas por dios, fue llamado también físicamente la mas fuerte de todas las 200 divinidades. Frecuentemente se hace referencia a el como el descubridor del camino, porque encabezo la segunda misión de reconocimiento del cielo a la tierra. Ogunda meyi nos dice que fue a causa de los atributos físicos de Ògún que dios lo designo a él para marcar el camino para la segunda morada en la tierra. A él se le conoce por ser egoísta y engreído y poco dado a consultar con alguien para pedir consejo. Se apoya casi exclusivamente en sus habilidades para la manufacturaron y en su fuerza física.
Esto explica porque nunca se molesto en ir a los adivinadores o en consultar a alguna otra persona cuando fue nombrado por dios para acometer la tarea de establecer una morada en la tierra. Tan pronto como recibió de dios la orden de partida, se puso en camino casi de inmediato. Dios le dio 400 hombres y mujeres para que le acompañaran en la misión. Cuando llego a la tierra comprendió de inmediato las consecuencias de no haber realizado los preparativos adecuados antes de partir del cielo.
Sus seguidores mortales pronto estuvieron hambrientos y exigieron comida. Como ellos no habían traído a la tierra alimentos de tipo alguno, el solo pudo aconsejarles que cortaran palos del bosque que los rodeaba y se los comieran. El procedimiento de alimentarse con palos no les dio satisfacción y muy pronto muchos de sus seguidores comenzaron a morir de hambre. Temeroso de perder a todos sus seguidores ante la muerte por hambre, decidió regresar al cielo para reportar misión imposible al dios todopoderoso.
Dios invita entonces a Olókun, la divinidad del agua, para que encabezara una segunda expedición a la tierra. el es igualmente orgulloso y tiene plena confianza en si mismo. También le fueron dados 200 hombres y 200 mujeres para que lo acompañaran en su misión. él no hizo consulta ni adivinación alguna con los ancianos del cielo antes de partir hacia la tierra. Al llegar allí, tampoco tuvo idea de como alimentar a sus seguidores. Solo les aconsejo que bebieran agua cuando tuvieran hambre. Como el agua no podía alimentarles con efectividad, ellos comenzaron morir de hambre. Poco después, también el regreso al cielo con sus seguidores para informar el fracaso de la misión.
Dios invita entonces a Òrùnmìlá acompañado de 200 hombres y 200 mujeres a que encontrara una morada en la tierra. Òrùnmìlá se pregunto si el podría tener éxito en una misión que había desafiado los esfuerzos de divinidades de mayor edad y fuerza como Ògún y Olókun. Dios lo persuadió de que tratara de realizar su mejor esfuerzo, porque era necesario despoblar el cielo estableciendo una morada satélite en la tierra. Su fiel sirviente, Okpele, le aconseja a Òrùnmìlá que no declinara la tarea porque con los preparativos adecuados, el estaba convencido de que el éxito le esperaba.
Con las palabras de estimulo de su favorito Okpele, Òrùnmìlá acepto embarcarse en la misión, pero le rogó a Dios que le concediera la gracia de prepararse en unos pocos días antes de partir. Òrùnmìlá se acerco a los adivinadores mas viejos del cielo para que le ayudaran en la planificación de su misión. Ellos le aseguraron que tendría éxito en establecer una vida en la tierra. Ogunda-meyi, uno de sus propios hijos, le pidió seis cawries y le aconsejo que recolectara un ejemplar de cada planta y animal comestible del cielo para la misión. Igualmente le aconsejo que entregara un macho cabrío a Ęşù y que le pidiera que fuera con el a la tierra en la misión.
Luego de haber realizado todos los sacrificios que le habían sido prescritos, fue a donde dios para obtener de este su autorización final. Antes de partir le rogó a Dios que permitiera a ule (owa en bini), la divinidad de la vivienda, venir con el. Pero dios le dijo que no era su divina intención enviar dos divinidades a la tierra a la vez, ya que preveía mandar una detrás de la otra. No obstante, dios le aseguro a Òrùnmìlá que si tenia éxito en la tierra debía enviar a su sirviente Okpele de regreso al cielo a buscar a ule (owa) para que lo ayudara. Entonces partió hacia la tierra.
Tan pronto como Òrùnmìlá se puso en marcha, Ęşù fue a decirle a Ògún que Òrùnmìlá se dirigía a la tierra por la ruta que él (Ògún) había establecido. Inmediatamente Ògún fue a bloquear el camino con un tupido bosque, no supieron entonces que hacer. Òrùnmìlá envío a la rata a buscar un camino a través del bosque. Antes de que la rata regresara, Ògún se le apareció a Òrùnmìlá y lo regaño por haberse atrevido a ir a la tierra sin informárselo a él.
Sin embargo, este le explico que el había enviado a Ęşù a decírselo y cuando Ògún recordó que había sido precisamente Ęşù quien había venido a alertarlo, rápidamente abrió el bosque para que Òrùnmìlá pudiera continuar su camino. Antes de alejarse de él, Ògún le dijo a Òrùnmìlá que la única otra obligación que le debía era la de alimentar a sus seguidores con palos como el había hecho y Òrùnmìlá prometio que así lo haría.
Mientras tanto, Ęşù también había ido a informar a Olókun que Òrùnmìlá estaba en su camino a la tierra para triunfar donde el había fallado. Olókun reacciono provocando que un ancho río bloqueara el avance de Òrùnmìlá. Cuando este llego a la orilla del río, envío un pez a buscar una vía a través del agua. Mientras esperaba el regreso del pez, Olókun se le apareció y lo regaño por haberse atrevido a embarcarse en un viaje a la tierra sin obtener su autorización.
Òrùnmìlá explico que lejos de menospreciar a Olókun el, de hecho, había enviado a Ęşù a informarlo de su misión en la tierra. Cuando Olókun se dio cuenta de que ciertamente Ęşù había venido a verle, retiro el agua para que Òrùnmìlá pudiera proseguir su viaje. No obstante, advirtió a Òrùnmìlá de que el estaba bajo obligación divina de alimentar a sus seguidores como lo había hecho el (Olókun),con agua. Òrùnmìlá prometio seguir el consejo de Olókun. Sin mas obstáculos en su camino, Òrùnmìlá prosiguió su viaje a la tierra.
A su llegada, rápidamente aconsejo a todos sus seguidores masculinos que limpiaran el monte y construyeron chozas temporales techadas con esteras (aghen). Cuando esta tarea fue cumplimentada, ellos sacaron los frutos y semillas que Òrùnmìlá había traído con el, a fin de que fueran plantados por sus seguidores en el monte que estos habían despejado.
Al atardecer, todos se retiraron a dormir en sus respectivas chozas. Ęşù, a quien se le había dado un macho cabrío antes de que el grupo partiera del cielo, se dedico a trabajar en las semillas y en los animales. Cuando despertaron al amanecer, descubrieron que todos los cultivos no solo habían germinado sino que habían producido frutos, listos para ser cosechados. Estos incluían ñame, plátano, maíz, vegetales, frutas, etc. Al mismo tiempo todo el ganado que ellos habían traído del cielo se había multiplicado de la noche a la mañana. este fue el primer milagro realizado por Òrùnmìlá en la tierra, como una manifestación directa de los sacrificios que el había realizado antes de partir del cielo.
Entonces, cuando sus seguidores pidieron comida antes de dedicarse a las tareas del día, el les dijo que cortaran palos del monte cercano para comer, como deferencia al requerimiento de Ògún. Ellos lo hicieron tal y como se les dijo. Luego que hubieron masticado los palos durante largo tiempo, les dijo que tomaran agua como Olókun le había encargado que debía hacer. La operación de atenerse a las instrucciones dadas a el por Ògún y Olókun es cumplimentada hasta el día de hoy por toda la humanidad, mediante la rutina de comenzar el día con el mascado de palos o cepillado de los dientes y el enjuague de la boca con agua.
Habiendo cumplimentado los deseos de sus mayores, Òrùnmìlá le dijo a su gente que se alimentaran de las plantas y animales que abundaban en el asentamiento. Ellos habían logrado sentar las bases para una morada permanente en la tierra. Okpele, satisfecho de que ya nada se alzaba en el camino de ellos para triunfar en la tierra, le propuso entonces a Òrùnmìlá que era tiempo que lo enviara a informar a dios que la tierra ya era suficientemente habitable para que Ule se le uniera. Òrùnmìlá estuvo de acuerdo, pero le dijo que primero debía invitar a Ęşù a que viniera a la tierra antes de solicitar que lo hiciera Ule.
Habiendo prometido que se le uniría tan pronto fuera invitado, Ęşù acepto inmediatamente acompañar a Okpele a la tierra.
Antes de arribo, Òrùnmìlá le pidió a sus seguidores que construyeran una choza para Ęşù a la entrada del asentamiento. Tan pronto como Ęşù se instalo en su vivienda, Òrùnmìlá le envío un macho cabrío. Ęşù se sintió feliz de poder alimentarse con su comida favorita que penso no estaría disponible en la tierra.
Cuando Okpele vino a comprobar si Ęşù se encontraba bien, este le dijo que le rogara a Òrùnmìlá que lo perdonara por las dificultades iniciales que le había creado antes de que partiera del cielo al incitar a Ògún y a Olókun en su contra. Òrùnmìlá lo perdono y rogó a Ęşù que se quedara en la tierra y fuera su vigía, permitiendo alimentarlo en todo su momento.
Luego de esperar en vano por el fracaso de Òrùnmìlá y su regreso al cielo junto a sus seguidores, Olókun decidió volver a la tierra y averiguar como le iba a la misión. Al llegar, se encontró con Ęşù quien le dijo que Òrùnmìlá había logrado convertir la tierra en un lugar habitable. Cuando Olókun se reunió con Òrùnmìlá, le pidió que lo perdonara por los obstáculos que le había ocasionado en un principio. Este le contesta que no-tenia nada que perdonarle porque el triunfo no ocasiona placer si no ha sido alcanzado luego de superar dificultades iniciales. Mas aun, le pidió que se quedara a vivir con el en la tierra. Olókun accedió, pero le dijo que primero tendría que ir al cielo a pedirle al padre todopoderoso que le concediera permiso para regresar a la tierra con sus seguidores. Olókun retorno al cielo y dios le concedió el permiso que solicitaba.
Cuando Oggún escucho que Olókun había partido para unirse a Òrùnmìlá en la tierra, el también decidió ir y ver las cosas por si mismo. Cuando Okpele vio salir a Ògún del cielo hacia la tierra, alerto a Òrùnmìlá quien inmediatamente instruye a sus seguidores de manera que entregaran otro macho cabrío a Ęşù para evitar un choque entre este y Ògún. Al arribar Ògún, Ęşù aun estaba comiendo su macho cabrío y se encontraba demasiado ocupado para preocuparse por el. Sencillamente le indico que continuara hasta donde vivía Òrùnmìlá. Tan pronto como Òrùnmìlá vio a Ògún, se postro ante el por ser este su hermano mayor.
Ògún respondió justificándose ante Òrùnmìlá por las dificultades que le creara al comienzo. Una vez mas, Òrùnmìlá explico que la disculpa era casi innecesaria, porque sin la presencia de ese problema, el probablemente no hubiera encontrado la vía para alimentar a sus seguidores. Òrùnmìlá convenció entonces a Ògún para que se quedara con el en la tierra, porque sin el (Ògún) era imposible que ninguna tecnología se desarrollara en la tierra. Òrùnmìlá explico que el solo sabia hacer adivinaciones, no así como inventar o manufacturar. Sintiéndose halagado, Ògún rápidamente accedió a regresar al cielo para obtener permiso de dios para regresar con sus seguidores a la tierra, lo que eventualmente hizo.
Fue a esta altura que Òrùnmìlá finalmente envío a Okpele a buscar a Ule al cielo. Cuando Okpele comunico el mensaje de Òrùnmìlá a dios, el padre todopoderoso invito inmediatamente a ule a que se dirigiera a la tierra para unirse a Òrùnmìlá. Una vez mas, fue Ęşù la primera persona que Ule visito a su llegada a la tierra. Ęşù lo envío a Òrùnmìlá a su choza. Lejos de retar a Ule como había hecho con Olókun y Ògún, Èşù rogó para que Ule siempre tuviera mayor éxito que todos sus hermanos mayores y que sin el nadie tuviera completa satisfacción en la tierra.
Ęşù procedió así porque Ule se caracterizaba por ser paciente e inofensivo. Cuando Ule se encontró con Òrùnmìlá, le ofreció sus respetos por haber hecho posible que el viniera a unírseles en la tierra.
Òrùnmìlá respondió proclamando con su instrumento de autoridad (ase) que:
1. Cualquier respeto que se le ofreciera a él, siempre se debía hacer extensivo a Ule.
2. Olókun siempre residiría en el agua a causa del río que este había utilizado para bloquear su llegada a la tierra, pero seria el distribuidor de riqueza y prosperidad al género humano;
3. Ògún siempre debería ser usado para alcanzar grandes logros pero el mismo tendría siempre que trabajar sin descanso día y noche y no disfrutaría de tranquilidad de espíritu entonces le dijo a los tres que partieran por sus distintos caminos. Estos abandonaron la habitación de Òrùnmìlá. Apenas se habían alejado de la vivienda de Òrùnmìlá cuando súbitamente Ule cayo muerto. Tan pronto como se desplomo, su cuerpo desapareció de la vista y en su lugar una constelación de edificaciones, corredores y casas de vivienda apareció en la tierra. Así, Ule se había transformado en respetables moradas para todos los habitantes presentes y futuros de la tierra.
Inmediatamente Òrùnmìlá dejo su choza de techo de estera y se fue a residir en la mejor vivienda palaciega provista para el por Ule. Ògún estaba molesto y se negó a vivir en cualquiera de las viviendas de Ule. Entonces construyo su propia choza ruinosa llamada izegede, que es donde el permanece hasta el día de hoy. Olókun también se sintió retado y se convirtió en agua para formar los océanos y ríos de la tierra. Los hombres y mujeres traídas a la tierra por Òrùnmìlá, Olókun y Ògún pronto comenzaron a casarse entre si y a multiplicarse para extenderse por los cuatro confines de la tierra. Es importante recordar que los descendientes y las subsiguientes reencarnaciones de los seguidores que originalmente vinieron a la tierra con Òrùnmìlá, Ògún, Olókun y otras divinidades, se convirtieron en los sacerdotes e hijos de estas divinidades hasta el día de hoy y hasta la eternidad. Aquellos que se apartan de los rebaños o que no tienen el privilegio de descubrir su parentesco, son los hombres y mujeres que encuentran toda clase de dificultades en la tierra.
En este punto Okpele regreso al cielo pero le dijo a Òrùnmìlá que lo buscara al cabo de un tiempo en el camino a la granja. Eventualmente el se convirtió en un árbol cuyos frutos son empleados hasta el día de hoy para preparar los instrumentos de adivinación de Okpele. El le dijo a Òrùnmìlá como usar las semillas que el produciría para la adivinación.
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