"SERE TUS OJOS ALLI DONDE NO PUEDES VER"



12/10/2010

Şàngó



En una popular leyenda entre los yorubás, se afirma que Şàngó, fue un ser humano, y que reinó como cuarto Alaafín de Oyó. Existen muchas leyendas asociadas con él, y cada una de ellas, trata de explicar como Şàngó vino a ser deificado, y asociado con la divinidad solar.
Una versión dice que Şàngó descubrió un hechizo, por medio del cual él podía hacer bajar el rayo del cielo. Un día se fue hacia una colina en las afueras de la ciudad, para probar su nuevo descubrimiento. El hechizo funcionó maravillosamente, el rayo descendió sobre la propia casa de Şàngó y la destruyó, junto con sus esposas e hijos. Şàngó estaba tan horrorizado por esta calamidad, que se fue y se ahorcó.
Otra versión plantea que las esposas de Şàngó: (Oyá, Oşun y Obbá), eran muy peleonas y no le ponían fin a las disputas. Aun peor, había quejas de sus súbditos por su tiranía; cansado del desasosiego por los asuntos familiares y del estado, Şàngó montó su caballo con cólera, y cabalgó hacia el bosque. Su pueblo lo buscó en vano, mientras lo llamaban incitándolo a que regresara, lo oyeron diciendo desde lo lejos, “Yo no regresaré hacia ustedes, ahora los gobernaré sin ser visto”
La leyenda añade que Şàngó, subió al cielo por una cadena, y ha estado, desde entonces, demostrando regiamente su gobierno, a través del rayo y el trueno.
Pero la más popular de las leyendas, (y la cual detestan los devotos de Şàngó), es que Şàngó fue un gobernante tiránico y poderoso, que practicaba varias artes mágicas. Cuando se dirigía a sus súbditos, por ejemplo, el fuego y el humo solían brotar por su boca y sus fosas nasales, y esto inspiraba mucho temor.
La leyenda agrega, que él tenía dos cortesanos: Timí y Gbonkaa Ebirí, quienes se convirtieron en demasiado poderosos como para poder controlarlos; así Şàngó, planeó astutamente librarse de ellos poniéndolos a fajar entre sí, esperando que ambos murieran en el encuentro. Mientras Timi, moría, Gbonkaa continuaba vivo y sería irritante para el rey, por lo tanto el ordenó que Gbonkaa fuera arrojado al fuego; pero para desconcierto del rey, Gbonkaa salió del fuego sano y salvo, como resultado, Şàngó renunció, y huyó de su reino. En el camino hacia el lugar de su exilio voluntario, descubrió incluso que el miembro, o los miembros mas íntimos de su familia, habían desertado. Por lo tanto, decidió suicidarse, colgándose de un árbol. Las noticias rápidamente corrieron.
Los oponentes al rey, disfrutaron al oír las noticias, comenzaron a ridiculizar y vituperar a los seguidores del rey. Para salvar el pellejo, los seguidores se fueron al clan de Nupe, (el hogar materno de Şàngó) y lograron hacer unos preparativos mediante los cuales el rayo podía ser atraído. Esto quiere decir que entonces ellos se prestaron para atraer el desastre del rayo, sobre muchas personas en Oyó y sus alrededores. Las casas y los conjuntos de casas, fueron muchas veces halladas incendiadas. El pueblo consultó al oráculo, y descubrió que la calamidad había sido traída por Şàngó que estaba enojado porque se había declarado, que él se había ahorcado. La única forma de evitar el rayo, fue declarar abiertamente que el rey no se había ahorcado, y brindar un sacrificio apropiado de aves, carneros, ovejas, aceite de palma, y nueces amargas (Orógbó). El pueblo vino hasta el lugar donde se declaró que Şàngó se había ahorcado, y afirmaron: “Oba kó so” (El rey no se colgó) Esto desde entonces se ha convertido en un santuario, muy popular de Şàngó en las afueras del actual Oyó. Y allí los reyes de Oyó, quienes declaran a Şàngó como su antecesor, son tradicionalmente coronados así. Şàngó fue un ser humano, que fue deificado y adorado.
La cosa más interesante, es que los devotos no recuerdan a Şàngó por su tiranía o por las mágicas actuaciones, mas bien lo recuerdan y lo veneran, como un defensor de la justicia y de las cosas justas. Ellos creen fuertemente que el odia y prohibe el robo, la mentira, la hechicería, y la brujería. Pero nosotros conocemos que Şàngó no tenía tales normas de moral en su tiempo de vida. Lo cierto del asunto, es que existió una divinidad solar, entre los yorubás, llamada Jakutá (uno que lanzaba o peleaba con piedras), quien era un guardián de la moralidad social y quien odiaba la inmoralidad en cualquier manifestación o forma; ciertamente, era demasiado bueno, para contemplar la maldad. Cada vez que las personas hacían algo malo, o hacían cosas contrarias a su deseo, (El deseo de Olódùmarè), Jakutá lazaría piedras de fuego. Lo que estamos sugiriendo, es que el rayo y los truenos, ya existían antes que Şàngó naciera, y que existió una divinidad asociada a este fenómeno, Jakutá. Pero lo que sucedió fue que los seguidores de Şàngó, quienes se convirtieron en sus primeros devotos, vinieron a ver en él atributos similares a aquellos de la divinidad solar tradicional, Jakutá. Así, un tipo de Eufemismo tuvo lugar. Şàngó, el hombre, vino a asumir los atributos de Jakutá, el divino original, quien fue una manifestación de la rabia de Olódùmarè.
Hoy día entre los yorubás, los adoradores de Şàngó lo adoran el día sagrado de Jakutá. Y si uno le pregunta a alguno de estos devotos, el porque ellos adoran a Şàngó, el día de Jakutá, uno verá que ellos no son capaces de ofrecer una respuesta satisfactoria; mas bien ellos descartan la respuesta al decir que Şàngó es la misma divinidad de Jakutá.
El trueno y el rayo, usualmente son aclamados, “Kabiyesí” (salve su majestad) mientras que los jefes superiores son aclamados entre los yorubás. Esto es porque las personas creen que mientras truena, el primer Alaafín de Oyó, quien ahora es venerado, ha venido a visitarlos.
La creencia de los yorubás, es que este mundo y todos sus habitantes, pertenecen al ser supremo Olódùmarè, quien espera un buen comportamiento y una alta moral como modelo de sus criaturas. Si los hombres hacen algo malo, existe un medio por el cual Olódùmarè castigará a los que hacen el mal. Esto es el Karma, la ley de causa y efecto, y una de las formas por la cual, la ira de Olódùmarè se manifiesta, es Jakutá, quien lanza piedras sobre los que hacen el mal, esto inspira miedo dentro de los hombres y mujeres, quienes son malvados e inmorales. Por eso es que la gente dice: “Onimú ‘nsimú, eké risá” (El dueño de la nariz, levanta la nariz, pero el mentiroso huye). Algunas veces, cuando existe un estrépito de truenos, o una luz de rayos, las personas se paran muy cerca unas de otras, para solicitar en una manera jocosa, (pero volvimos atrás, con alguna creencia) E jeki a duró lotooto (Parémonos aparte y lejos). La idea es que cuando las personas se paran juntas, y la ira desciende, puede no-solo caer sobre el malo, sino sobre el inocente que está cerca, el cual puede ser también, adversamente afectado.
Sin embargo, se cree firmemente, que solo los malvados son golpeados por el rayo. Y en consecuencia de esto, cada vez que el rayo golpea a una persona inmóvil, o desciende sobre una casa, se cree generalmente que esa persona, ha cometido alguna situación, o acto de atrocidad, y que los miembros de la casa, también golpeados son malos; nadie por lo tanto simpatiza con los parientes del muerto, o le da al fallecido un entierro propio. Solo los Magbá, los sacerdotes de Şàngó, arreglan el transporte de tales cuerpos, hacia una manigua mala, donde son ritualmente colocados.
Las pertenencias del fallecido, si no han sido destruidas por el rayo, vuelven a los sacerdotes, (si Şàngó lo autoriza), o son llevadas a la manigua junto con el cadáver. Una casa golpeada por el rayo, no puede ser usada, hasta que no se haya realizado la ofrenda del sacrificio. Esto es porque Şàngó, ha tomado posesión de esta y sería peligroso disputársela a él. Por esto el yorùbá dice: Bo o Ba wo silé onile a lowo lagbede (Si desciende sobre una casa, el propietario tiene que vivir en la herrería). Podemos recordar aquí la creencia del Rey del Sudán que sostiene un punto contrario: Entre ellos una víctima de un rayo, no se considera haber muerto por ser un pecador, sino se cree, que ha sido llamado por Dios, quien necesita su alma.
Los lugares sagrados de Şàngó, abundan en los pueblos y ciudades yorubás. En tales lugares sagrados, se pueden encontrar imágenes de un hombre representando a Şàngó, rodeado por tres imágenes mas pequeñas, quizás representando a Oya, Oşun y Obba, sus tres esposas, o la imagen de un hombre con un carnero, es decir con la cabeza de un carnero y sus cuernos, sosteniendo el mango de un hacha de doble cabeza (Osee Şàngó), existen también maracas de güiro, (Seereé Şàngó), un pilón invertido, una cacerola grande de agua, que contiene algunas celtas, y en algunos casos una bandeja o pozuelo, sosteniendo celtas y piedras pulidas, que se cree que han sido lanzadas por Şàngó. Tales símbolos, como se puede ver en el lugar sagrado, están resguardados por medio de una cortina de color marrón, o púrpura, el cual es colore especial de Şàngó.
La kola amarga, (orogbo) se le ofrece diariamente a Şàngó, pero ofrendas mas elaboradas, son hechas el día sagrado de Şàngó Ojoo Jakutá. Existe también la ofrenda de mucho aceite de palma (epo) para calmar su cólera. Y en ocasiones de festivales, un carnero, su animal favorito, también se le ofrecen gallos. Lucas está probablemente equivocado cuando afirma, que un carnero no debe ser nunca ofrecido o comido por los seguidores de Şàngó. Es una creencia común entre los yorubás, que Şàngó come agbó (carnero) mientras Ògún come Ajá (perro).
El orogbo (kola amarga) se usa como un medio de adivinación, por los sacerdotes de Şàngó. Tal kola amarga, se corta en dos mitades longitudinalmente, y se arroja al suelo, posterior a que haya sido pronunciada la invocación adecuada. El sacerdote entonces, lee el mensaje, e interpreta el oráculo; el otro medio de adivinación utilizado, es el Ęrindílogún (adivinación por medio de caracoles). Estos son dos medios permisibles, para la adivinación, tan lejos como Şàngó esté interesado.
Vale la pena apuntar, que en relación, con la adoración a Şàngó, está el Elegún, (El que monta a Şàngó). Esta es la persona invadida por el espíritu de Şàngó. Se cree por los yorubás, que al encarnarlo, se ha establecido una comunicación divina con él y la persona se convierte en su portavoz. La persona, al ser poseída, comienza a experimentar un sentimiento de vacío como si fuera a desmayarse. Durante ese período, el se convierte en instrumento o arteria de la divinidad. Las personas dicen que el espíritu monta a la persona, como se monta un caballo. Esta es una característica común del adorador de las divinidades. En el caso del Elegún de Şàngó, la persona poseída, pierde la conciencia, y hace cosas las cuales no sería capaz de hacer bajo circunstancias normales, sentarse sobre la punta de una lanza, pasarse un cuchillo bien afilado por la lengua, cargar una cesta con carbones ardientes sobre la cabeza, comer fuego, y acciones similares sin daño alguno.
Tal Elegún, viste un saco de algodón, el que es teñido de rojo, y se le adosan muchos hechizos, y caracoles y símbolos de Şàngó en miniatura. Baila al toque de un tambor especial llamado Bàátá. En el medio del toque canta y baila, y se da golpes en el pecho (por eso los hijos de Şàngó, deben cuidarse muy bien de dolencias en el pecho) y a la vez, oye el mensaje de Şàngó, y este lo relata a sus devotos. En muchos lugares, Elegún es hombre, y usualmente doblan el pelo como las mujeres, pero en otros lugares, son mujeres, como en Egbá.
Antes de abandonar nuestro examen de Şàngó, queremos señalar que existe, la copia o imagen de esta divinidad en Ilé Ifé, donde se conoce como Oranlé. Sus sacerdotes hacen ofrendas a él cuando un rayo cae, y esto significa, que los dos, Oranlé y Jakutá, (deificados como Şàngó) son uno, son la misma divinidad, y realizan las mismas funciones: Atraer la rabia de Olódùmarè sobre las personas malas de la comunidad.
OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE ŞÀNGÓ
Su nombre significa (Quien retumba) como alegoría al rayo, su representación. En la tierra de Nupé bajo Şàngó, con Èşù, y lo recibió Ayelálá, se coloca en la palma, (Opé Şàngó) y la tiñosa avisa de su llegada (Şàngó está en el pirigai de la palma). Nace en Ókánrán méjí.
Èşù Ókánrán mèéjé fue el que acompaño a Şàngó y se representa por un muñeco de madera, con los genitales expuestos, que vive y come con Şàngó (aunque no come animales de cuatro patas, solo gallo). Dentro del ejercito terrenal de Şàngó, se encuentran: Oşé Şàngó, Òkún Şàngó, Ogeé, Oké, Timí y Gbonkoa Ebiní.
Para ponerle cualquier sacrificio a Şàngó, hay que ponerle siempre a Eégún, por eso en el cielo se llamó Òrìşà gungun.
Como antes se explicó, Şàngó tuvo tres esposas, Oyá, Oşún y Obbá. Estas tres divinidades fueron vivencias que tuvo Şàngó, es por eso, que en adivinación, cuando un Omo Şàngó, lo viene defendiendo cualquiera de estas divinidades, hay que buscar el camino donde Şàngó, vivió con esa deidad, y de esa forma descodificar el mensaje profético.
La verdadera esposa de Şàngó, fue Bàátá. En una leyenda africana se dice que los hijos de Şàngó, mueven los píes, es decir que son buenos bailadores. Bàátá, hija de Osanyin, la única por la que Şàngó, bailaba.
Onìmú nsimo èké nişa El dueño de la nariz la levanta, el mentiroso se la rasca.
Mogba: Se le llama al Omó Şàngó, que lanza los caracoles.

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