Son dos divinidades gemelas, siendo casi siempre sincretizados con los santos católicos mellizos, Cosme y Damián. Al contrario de los erês, entidades infantiles relacionadas a todos los orixás y seres humanos, son divinidades infantiles, orixás-niños. Por ser gemelos, son asociados al principio de la dualidad; por ser niños, son relacionados a todo lo que se inicia y brota: el nacimiento de un río, el nacimiento de los seres humanos, el germinar de las plantas, etc. Sus hijos son personas con temperamento infantil, jovialmente inconsecuentes; nunca dejan de tener dentro de si al niño que fueron un día. Acostumbran a ser juguetones, sonrientes, inquietos - todo lo que se pueda asociar al comportamiento típico infantil. Muy dependientes en las relaciones amorosas y emocionales en general, pueden resultar tercamente obstinados y posesivos. Al mismo tiempo, su liviandad ante la vida se revela en su eterno rostro de niño y en su modo ágil de moverse, su dificultad en permanecer mucho tiempo sentado, demostrando energía. Pueden presentar bruscas variaciones de temperamento, y cierta tendencia a simplificar las cosas, especialmente en términos emocionales, reduciendo, a veces, el comportamiento complejo de las personas que están en torno de ellos a principios simplistas como "me quiere - no me quiere". Eso puede hacer que se entristezcan y se decepcionen con cierta facilidad.
Al mismo tiempo, sus tristezas y sufrimientos tienden a desaparecer con facilidad, sin dejar grandes marcas. Como los chicos en general, gustan de estar en medio de mucha gente, de las actividades deportivas y sociales, y de las fiestas. La gran ceremonia dedicada a estos orixás es el 27 de setiembre, día de Cosme y Damián, cuando comidas como carurú, vatapá, masas, dulces, caramelos (relacionados con los niños) se ofrecen tanto a los orixás como a los frecuentadores de los “terreiros”.
El sacrificio destinado a Ibejí es hecho con pollos o pollitos. Las comidas son servidas en la fiesta descripta arriba.
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